Diario de una alerta.

Día 46.

¡Pedazo de día hoy! Estuve con mi colega en el Kala Kalua, allí sentados junto a la orilla, tomando unos salmonetes de escándalo y un par de cervezas heladas…

Entonces desperté en mi cama, a eso de las 9 y, unos segundos después, fui consciente de que comenzaba el día 46 de alarma.

Eso sí, es cierto que el día amaneció muy bueno, casi de verano. Pero vamos, no influyó mucho en mi mañana. Zumito, café y tostada con jamón serrano para desayunar, lo habitual. Ordenador, mails y banco, lo normal también. Bueno, estando a final de mes, llegan cargos a la cuenta. Así que, lo normal otra vez, mínimos ingresos y costes fijos que van disminuyendo el saldo. En fin, espero que cuando llegue la nueva normalidad esto cambie radicalmente.

Pero bueno, optimismo de autónomos a muerte. Que es miércoles, que mañana jueves es víspera de festivo. Que tenemos un puente por delante con, han dicho, un tiempo maravilloso. Y que el sábado, no sabemos cuándo, cómo ni por dónde, podremos salir a pasear o hacer ejercicio. O a lo mejor si lo sabemos pero yo no me aclaro. Es que con tanta fase, tanto pasito “palante” y pasito “patrás” esto es un cacao. Comentan que mañana publicarán en BOE la normativa y condiciones para llevar estas salidas a cabo. En todo caso, lo mejor es ir día a día, esto también es muy de autónomo.

Porque hoy tenían sesión en el Congreso, estuve tentado de engancharme a ver qué decían sus señorías, pero a los pocos minutos oyendo “pues tú más, pues anda que tú…” me dio por pensar en cómo es posible que con lo que tenemos encima a ninguno de estos señores… y señoras, se les vea algún día mala cara, ojeras o, al menos, pinta de estar cansadillo… o cansadilla. Así que, televisión apagada. En fin, cualquier autónomo sabe a qué me refiero, noches de insomnio por doquier.

Tuve que bajar. Yo alucino con lo de esta urbanización. Da igual que sea mañana, tarde o noche. Que sea día lectivo o festivo. Siempre, siempre, hay coches en doble fila y, casi siempre, alguno sobre uno de los pasos de peatones. Luego nos extrañamos cuando cuatro chalados no saben respetar las normas durante la cuarentena.

Y llegó la hora del almuerzo. Hemos vuelto a comer en el balcón, ya solo daba el sol en un pequeño trozo y hacía una temperatura perfecta. Viendo el mar de fondo y sin oír prácticamente ruido de la calle y de coches resulta muy agradable. Así que si el tiempo va a estar tan bueno como pronostican, comeremos fuera estos próximos días.

Por la tarde no hice mucho, consultar y mirar cosas y normas de seguridad para la librería pensando ya en la próxima reapertura.

Justo antes de cenar hice una video llamada a mi compadre, hemos charlado un rato y he visto a Rebeca bailando con las canciones de los Cantajuegos. En breve, barbacoa… o eso espero.

Carol cenó antes porque se iba a currar. Turno de noche. Luego hemos comido los niños y yo, hemos estado un rato viendo la televisión  y ellos ya se acostaron.

Y aquí ando yo, acabando de contarte mis cosillas de hoy y viendo una serie. Me he puesto “The sinner” a ver qué tal. Con la otra tengo que esperar a Carol, que ya nos hemos enganchado, para verla juntos. Anoche nos chupamos dos capítulos seguidos.

Ea. Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 45.

Hoy me levanté y, después de prepararme el desayuno para mí solito, cosa bien extraña en este mes y medio, la primera noticia era que ha fallecido Michael Robinson. Un gran tipo. Se echarán en falta sus comentarios en los grandes partidos junto a Carlos Martínez tras tantísimos años oyéndolos juntos. Esto del fútbol es como la política, tengo amigos del Barça que dicen que se les nota que son del Madrid… y amigos merengues que dicen que se les ve el plumero culé. Personalmente, siempre me han parecido una gran pareja en las retransmisiones. Le ponían pasión, cosa importante en cualquier ámbito.

Y así ha comenzado el día 45 de confinamiento. Número muy redondo, no haré bromas con él.

Carol hoy curraba de mañana, con estos turnos y tanto cambio, tengo que estar mirando todos los días su planning para saber de qué trabaja. Mientras tanto, la mañana ha transcurrido con la habitual rutina, recoger cosas en casa. Conectarme al ordenador, mails, gestionar algún pedido. También ha tocado enviar los ejercicios de Pepe a su profe para que evaluara cómo va la cosa con sus tareas. Por cierto, la respuesta ha sido perfecto. Yo no me lo explico, me da a mí que el Pepe de casa no es el Pepe del cole o el de la calle. Bueno, imagino que, en general, será así en muchos casos.

Albóndigas para almorzar. Pepe ha pelado unas patatas para freír. Él siempre pela alguna más de la cuenta y, la cosa es que nunca sobran. Pero claro, al menos yo, me voy rodando al sofá. Estando fregando los platos ha llegado ha llegado Carol, que no había comido. Así que yo he terminado de recoger mientras ella almorzaba. Luego, hoy sí, cafelito en el sofá. Y cabezada, eso también.

Luego ha llegado la comparecencia del Presi para avanzar los planes de lo que denominan como desescalada. ¿Lo del tono al hablar estará estudiado por alguna cabeza pensante o le saldrá con naturalidad? Apuesto porque la B no es la correcta.

En fin, lo importante es que se anuncia que vamos a ir volviendo a recuperar ciertas cosas. Y, casi, la más importante, el 11 de mayo si todo va bien abriremos la librería de nuevo. ¡Deseando!

Amigo diario, casi comienza una cuenta atrás. Si no cambia nada, el próximo 10 de mayo me despediré de ti con un “hasta siempre”. Bueno, quizás no me la juegue, ya lo pensaré pero casi será mejor decirte algo como “espero no volver a verte jamás”.

Después de la rueda de prensa he hecho ejercicio y, antes de darme una ducha, he charlado un rato con mi padre. Como vive en La Línea, aún queda mucho por delante hasta que podamos pasar un día juntos.
Para cenar, el pisto que hicimos ayer. Con un huevo frito encima. Y copita de vino tinto. ¡Qué rico!

Hemos visto el hormiguero mientras te escribo. Y ahora vamos a poner un nuevo capítulo de la serie. Está entretenida, tiene trama y mucho sospechoso de ser el malo.

Así que hoy lo dejo aquí, colega. Un poco más contento esperando que los cambios que se avecinan no tengan que tener nunca un retroceso y todo marche bien.

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 44.

Encaramos los últimos días de abril. El viernes, cuando estemos entrando en un nuevo fin de semana, comenzamos mayo. Dicen que si todo va bien, el día 2 podremos salir a pasear o hacer deporte y, con el paso de los días, se irán retomando otras actividades y se irán abriendo comercios y otros sectores.

Pero eso aún está por llegar. De momento hoy hemos comenzado semana. Lunes, día 44. Se dice pronto…

Nos hemos levantado temprano. Bueno, temprano para este tiempo que vivimos. El despertador ha sonado a las 9, y hemos puesto pie en tierra a eso de y diez o y cuarto. Hemos desayunado y después de hacer alguna cosilla, me he preparado las recomendaciones de libros que hacemos en RTV Marbella. Como cada quince días, hoy volvía a tocar. Me ha gustado la selección. El último de Álvaro Arbina, un thriller con buena pinta. Breves amores eternos, novedad de Pedro Mairal, recién salido cuando tuvimos que cerrar. El camino, de Delibes. Este año se cumple el centenario de su nacimiento. Y poesía de Machado. Para concluir, un par de títulos infantiles. Me gusta, son diez o quince minutos tan solo, pero es una charla agradable, siempre lo es hablar de libros. Y si encima alguna de estas sugerencias son de utilidad a alguien, pues genial.

Hemos comido pronto. Carol se fue a trabajar, tenía turno de tarde y nosotros tres nos hemos tomado un buen platito de cocido. A recoger la cocina luego y a estar pendiente de un pisto que dejó Carol en la olla lenta. ¡Qué buena pinta tiene!

Por la tarde he hecho poco. Comprobar algunas cosas desde el ordenador en la librería, mirar los correos pendientes y alguna tontería más. No he hecho ejercicio, mañana madrugaré y lo haré tempranito.

Ojalá este fin de semana podamos salir a hacer deporte a la calle. Ya te digo, amigo diario, que si es así, me levanto a primerísima hora, cuando esté aclarando el día y me bajo corriendo hasta el paseo marítimo, al menos hasta la playa de los perros y media vuelta hasta casa. Correr ya cansado, de vuelta, por esa zona, sobre la tarima de madera oliendo a mar y viendo ese paisaje con los primeros rayos de sol del día, es una pasada. Siempre me ha gustado esa hora, además hacerlo más tarde es un riesgo probable sabiendo, además, que dan un tiempo estupendo para el fin de semana. Pero somos adultos, no hay que temer porque podamos cometer imprudencias.

A eso de las siete y media, le he dicho a Pepe que si quería bajar. Tampoco es que haya mostrado un gran entusiasmo, pero hemos bajado la basura y el reciclaje y hemos dado un paseo rodeando por completo la urbanización. Había poquísima gente en la calle, algún niño acompañado por su padre con un monopatín y poco más. Nos hemos cruzado con un señor, que se ha dado la vuelta para rodear un coche y no cruzarse en la acera con nosotros.

Curioso, llegará un momento en que todo vaya olvidándose pero, hasta entonces, el temor y cierta paranoia, van a ser lo más habitual.

Y luego, tanda de duchas y a preparar la cena. Pepe se ha tomado otro plato de cocido. Le encanta. Carolina y yo una ensalada y algún resto que había quedado. Y luego he pecado, he metido un par de veces la cuchara en una tarrina de helado de chocolate. Soy débil.

Cuando ha llegado Carol hemos puesto un nuevo capítulo de la serie Broadchurch, está bien. Engancha y, además, cada capítulo acaba dejándote con alguna intriga que te hace tener ganas de empezar otro. Porque estoy viéndola con ella, si no me veía cada noche cuatro o cinco seguidos, que me conozco.

Ella ya está acostada, mañana vuelve a ir de mañana. Así que doy por concluida mi cita contigo por hoy, diario. Voy a terminar de ver la peli que tengo de fondo y que, por cierto, ya vi una tarde durante la cuarentena. Pero lo bueno, nunca cansa.

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 43.

Domingo, vamos tachando una semana más del calendario. Carol se fue muy temprano, como te dije hoy hacía doblete. Así que aún estamos esperándola.

Yo me levanté tarde, anoche acabé de escribir tarde, “me asomé” por la pantalla del ordenador y allí estaban, los colegas. Total, que nos liamos con la charla y cuando te das cuenta, ya son las tantas.

Como ya estaba la mañana avanzada, me hice un cafelito y lo acompañé con las galletas caseras del sábado. Muy ricas.Entre recoger la cocina y algunas cosas, hacer la cama y poner un poco de orden se acabó por pasar la mañana. Un poco antes de comer le pregunté a Pepe si quería bajar a dar un paseo, pero no quiso. Lo cierto es que el tiempo estaba feo. Así que poco después preparé para almorzar. En realidad solo tuve que poner la mesa, Carol dejó ayer hecho un pastel de carne. Entre los tres casi nos lo hemos comido entero, quedó una tapita.

Y después de dejar la cocina en orden, al sofá. Vaya, hoy no he tomado el café de la sobremesa. Me senté a hacer zapping y dejé una peli en la que el clima se vuelve loco y el mundo nos deja una nueva glaciación. Películas de ciencia ficción las hemos llamado siempre. Me da que habrá que revisar el género, algunas pueden pasar a ser hechos reales o probables.

Cuando los niños han merendado le volví a preguntar a Pepe si quería bajar. Tiramos el reciclaje y damos un paseo, ¿no? Pues no. Tampoco quiso bajar por la tarde, que no es que estuviera maravillosa, pero pensaba que iba a decir que sí. Mañana, quiera o no, creo que lo haré bajar aunque sólo sean unos minutos.

Un par de veces que me he asomado al balcón o por la ventana no he visto, al menos en esta zona, mucho volumen de movimiento de personas. Mi hermana salió con las niñas un rato y no había gente en su entorno. En otros lados parece que ha habido exceso de personal. O eso dan a entender algunas imágenes en prensa o en las redes sociales. Yo, de momento, optaré por pensar que lo general es que se está haciendo bien por parte de los ciudadanos. Total, que son cuatro fotos entre 47 millones de habitantes. Es que de vez en cuando te pones negro viendo la falta de respeto y el poco civismo de tres chalados pero, afortunadamente, suele ser la excepción.

Claro que para esto no ayudan mucho las redes y algunos de los personajes que las habitan. Entre lo indignados y ofendiditos que nos ponemos con lo mal que hacen los demás las cosas, la sabiduría que mostramos en cualquier asunto ya sea una receta de cocina, sea física cuántica o en cómo favorecen al equipo rival y perjudican al propio y, sobre todo, con el tema estrella, más en estos días, los políticos y la verdad absoluta que posee cada usuario, que mira que son buenos ellos y horribles los otros… mientras tanto yo cada día dudo más de todo. Sólo sé que no sé nada, que dijo Socrates, ¿no? Por eso limito tanto mi movimiento a la página de la librería. El resto me aburre sobremanera.
Esos temas, sobre todo la política y el fútbol, se tratan con unas cervezas y unas risas de por medio en la barra de un bar. ¡Hombre, por favor!

Otra vez se me fue la cabeza…

A todo esto, el resto de la tarde lo dediqué a hacer un largo rato de ejercicio y, después de una duchita, he preparado una tortilla de estas ya hechas del súper. No son las de mi amiga Amparo o las de la madre de Isa, pero se sale del paso. Una buena ensalada y un vasito de gazpacho de Carol que estaba para tomarse toda la jarra.

Y ahora estoy aquí liquidando las últimas líneas de hoy en el sofá. Carol acaba de llegar a casa y se está dando una ducha. Ha sido un día largo.

Veremos el segundo capítulo de la serie y a dormir en breve, mañana… ¡Quedará un día menos!

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 42.

Pues nada, se nos fue el Día del Libro, el aniversario y casi, casi, el fin de semana. ¿Ves cómo los días vuelan?

Avanzan los días y abril ya está en la cuenta atrás. Mayo nos espera. Y, según parece, nos traerá si todo va bien, algunos pasos que nos lleven a ir recuperando cierta normalidad en nuestras vidas.

Mañana podrán salir los niños a pasear o jugar y la semana siguiente es probable que los adultos también podamos salir a pasear o hacer deporte, a ver bajo qué condiciones. Quizás el siguiente paso sea la apertura de negocios… ¡Cuántas ganas y cuánta necesidad!

¿Tendremos a tres cuartas partes del país haciendo deporte a corto plazo como si no hubiera un mañana? A ver si ahora van a aumentar los infartos y las lesiones musculares.

En fin, que hoy Carol se fue a primera hora a trabajar, comenzó su ciclo de turnos. Y yo me quedé acostado, durmiendo, y me levanté tarde. Yo que puedo. Pero vamos, lo que yo daría por haberme levantado pronto e irme caminando hacia la librería para poder abrirla y pasar la mañana del sábado con Isa y las visitas de nuestros clientes y amigos. Más tarde, habríamos recogido pensando en el fin de semana, quizás al cerrar hubiéramos tomado una cervecita en La Abuela, quizás en Nono. Pero no, para que eso vuelva a ocurrir aún queda un poco. Al menos para abrir la librería, que está por ver cómo se hará la cosa con la apertura de la hostelería.

Y se nos ha ido la mañana, hemos almorzado casi a las tres, justo cuando acababa de recoger la cocina ha llegado Carol de trabajar y nos hemos tomado juntos un café. Ella ha dormido un ratito de siesta. Yo no, claro.

La tarde ha dejado unas galletas que han hecho mami e hija que olían de maravilla, es evidente que mi nula voluntad hará que mañana me tome alguna. Mejor en plural, algunas.

Y poco más, hemos cenado los cuatro juntos, como la mayor parte de las comidas en este confinamiento. Que mira que era difícil antes hacer una comida con toda la familia a la vez. Por las mañanas, con los horarios de trabajo de Carol, y el cole o instituto y extraescolares de los niños era imposible. Y por las noches, tres cuartos de lo mismo. Así que solo había opción de hacerlo en fines de semana.

La cena ha sido temprano, y después de recoger hemos visto el primer capítulo de una serie, Broadchurch. Para nada es nueva, pero tiene trama y en su momento no la vimos. Le damos la oportunidad, a ver qué tal porque son tres temporadas, así que esperamos que sea amena.

Y podemos dar por acabado el sábado. Carol ya duerme, mañana hace turno doble, así que se marchará muy temprano y cuando regrese casi habrá acabado el domingo, rondará las once de la noche.

Por la mañana le preguntaré a Pepe si quiere bajar a dar un paseo. Veremos qué dice y, en caso de que sea sí, tengo curiosidad por ver cuál es su reacción al volver a caminar por la calle.

En fin, se van avecinando cambios. Nuevas rutinas, nuevas costumbres. De momento, nos queda continuar contando días. Mañana, una vez más, seguiremos sumando días. O restándolos, siempre según el ángulo desde dónde veamos el asunto.

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 41.

¡Vamos avanti! A toda vela hacia el final de “esto”. Viernes, día 41 de confinamiento. Metidos de lleno en otro fin de semana. Otro más. Y van… mejor ni hago cuentas.

Aunque este parece que será ya algo diferente a todos los anteriores, este próximo domingo se permitirá que los niños puedan salir a pasear un rato. La cosa, a priori, da para hartarse de hacer chistes pero mejor pensaremos que el personal actuará con prudencia y sentido común. Ya veremos.

Ha sido un día tranquilo, esta mañana aún circulaban mensajes en redes sociales por el Día del Libro, así que he podido saborear los últimos restos. Como cuando todo esté en marcha lo celebraremos de nuevo, algunas cosas buenas debemos sacar, podremos disfrutarlo por partida doble.

La mañana acabó por irse con alguna tarea en casa y la gestión de algún pedido online. Para almorzar un arrocito. Luego, haciendo la sobremesa con el cafelito de siempre, ha vuelto a tocar una cabezadita, ha sido cortita, lo prometo.

Luego hemos hecho una videollamada con mis hermanas y los abuelos. Es que hoy es el cumple de la abuela. Así que ha sido una celebración virtual. Bueno, al menos ha visto a los nietos un rato
Después de esto, hemos jugado un parchís en casa, los cuatro. Ha ganado Carolina hija, yo estuve muy cerca… pero saqué tres seis seguidos con mí última ficha.

Y ya tenemos avanzada la tarde. La verdad es que esto parece eterno pero cuando te vienes a dar cuenta, se te ha ido un día más y te preguntas qué has hecho.

Hoy vengo tempranito porque como mañana es nuestro aniversario, prepararemos ahora una buena cena para celebrarlo. Que mañana vuelve Carol a sus turnos así que tampoco podemos trasnochar mucho.

Y yo que tenía hace un par de meses planazo para el próximo finde por la celebración del aniversario y mira qué cosas, en casita. Pero bueno, como se dice con la lotería de Navidad, lo importante es que tenemos salud. Eso, y que la cenita dará para un buen homenaje, que teníamos un trozo de buen atún congelado. Si es que siempre es ver el vaso medio lleno… y prometo que la copa, la lleno hoy varias veces.

Así que hoy, soy muy breve de nuevo.

Ahora me toca ducha y, una semana después, un buen afeitado.

Buenas tardes, noches.

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Diario de una alerta.

Día 40.

Un nuevo número redondo. 40 nada más… y nada menos. Habría sido un buen momento hoy para empezar a soltar lindezas desde el teclado para expresar hasta dónde está uno ya del confinamiento…

Pero no. Hoy ha coincidido con una gran fecha del calendario. Ha sido 23 de abril. Día del Libro. El más extraño de la historia, sí. Al menos de la que hemos conocido las actuales generaciones. Pero día importante para nosotros. También ha sido el cumpleaños de mi compadre José Manuel y nos hemos pegado una charlita a media tarde. Así que mayor motivo para que este sea un día grande.

El caso es que hemos comenzado tempranito, compartiendo en redes sociales un vídeo que hemos hecho, improvisado en un par de días, contando con algunos amigos, clientes y familiares leyendo el principio del Quijote. Nos habría gustado contar con más gente, con bastantes más, pero se nos habría ido la cosa a largometraje.

Así que espero que los que no están se sientan reflejados en alguno de los momentos de ese pequeño video. Lo cierto es que es para sentirse afortunado por contar con ese apoyo incondicional por parte de todo el mundo.

El día ha dado para alguna que otra cosa más, pero hoy todo queda en segundo plano. Comentarte cualquier otra noticia, anécdota o suceso, querido amigo diario, carece de sentido.

Hoy me quedo con el buen sabor de boca que nos deja este día. Disfrutado de forma absolutamente diferente a como lo hemos hecho en los últimos diez años, pero disfrutado a fin de cuentas.

Me quedo con eso y también, como te decía, con el cariño, el apoyo y la confianza de clientes, amigos y familia. Es genial ver cómo, poco a poco, muchos de los que en su momento comienzan siendo clientes, van engrosando y aumentando el listado de amigos, incluso en algún caso, ahora familia. Con eso me quedo.

Casi me gustaría nombrar persona a persona, pero iba a ser demasiado largo y, además, corro el riesgo de olvidarme de alguno y que pueda acabar correteándome por mitad de San Pedro. En breve, cuando la calle vuelva a ser algo cotidiano en nuestras vidas, podremos compartir y brindar por este día. Por este y, ojalá, mucho más días del libro, más ferias, más días mágicos de Navidad. Brindar por la vida.

Hoy no tengo más que decirte, colega. Soy afortunado.

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 39.

El número 39 nos ha traído un día, en cuanto al clima, más que aceptable.

Sonó el despertador a las 8. Luego a las y cinco. A las y diez también y justo ahí, encontré la fuerza para levantarme. Es que me costó horrores encontrar el sueño. Y mira que buscaba con empeño.

Bueno, puesto en pie, me dispuse a hacer un buen rato de ejercicio. Justo cuando acababa, se levantó Carol y desayunamos juntos. Más tarde, he dado un paseíto para hacer la compra. Por cierto, me ha parecido excesivo el movimiento de personas y vehículos en el corto trayecto recorrido. Vamos, que por un momento he pensado que se había levantado la alerta y algún bromista me tenía engañado para que siguiera sin salir…

Así he llegado al súper. Supongo que como las anteriores compras las hice por la tarde es normal la diferencia de clientes comprando, pero aquí también había mucha afluencia. Me he traído un poco de pescado para el almuerzo y nos lo hemos zampado con unas patatas cocidas. Hacía un pelín de aire que casi incomodaba, aun así, nos hemos ido al balcón.

Después, ya sabes, cafelito en el sofá con una medio cabezada de esas que te pegas en ocasiones mientras tienes en la tele un documental de La2. Pues hoy igual, pero de fondo la “charlotá” esta del Congreso. Ideal para siesta, si lo llego a saber anoche me pongo algún debate, hubiera dado igual que fuera de varias legislaturas atrás, y en cinco minutos habría estado durmiendo a pierna suelta. Estoy por grabarme un disco con alguno para esos días de insomnio.

Que lo bueno, bueno, es cuando las cámaras enfocan esos gestos que ponen los oyentes mientras el señor, o señora, de turno suelta su discurso. Que poco respeto en el supuesto sagrado sitio para la oratoria y el diálogo. De vergüenza en muchos momentos.

El resto de la tarde ha transcurrido con algunas llamadas de teléfono, un par de amigos y un comercial de una editorial. A esto debemos unir alguna cosilla que estamos preparando Isa y yo (y algunos más) para celebrar mañana el Día del Libro, el día más bonito del año para nosotros junto con los días de Navidad.

Así que mañana, nuestros clientes y amigos tendrán alguna sorpresita en redes sociales. Además es el cumpleaños de mi compadre Joselito, se me hace mayor porque viejo ha sido desde que lo conozco.

La tarde, por supuesto, ha incluido los aplausos, una cena un poco más tarde de lo normal y ahora veremos el segundo capítulo de Unorthodox.

Hoy te dejo pronto, amigo. Mañana promete ser un día extraño, por más que llevemos 39 a nuestras espaldas no termina uno de acostumbrarse. Pero, también, será un día especial e intenso. El número 40, número redondo y que, en cierto modo, cierra un círculo y además será la fiesta del libro. Lo dicho, mañana a celebrar. Luego, en julio, a celebrar “en vivo y en directo”.

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 38.

Climatológicamente hablando, el día ha ido de menos a más. Amaneció feo llegando a mediodía incluso a llover fuerte con tormenta para a media tarde estar el sol fuera.

Así está siendo el día número 38, rozando los cuarenta estamos ya.

Para mí, ha comenzado a eso de las 10, a veces pienso que debo levantarme a la hora en que lo haría en condiciones normales para que la rutina sea lo más parecida posible a aquello que denominábamos vida normal. En seguida me digo a mi mismo, “calla, carajote. ¿Más largo quieres hacer el día?”

Y a eso de las diez y cuarto estaba desayunando. Una naranjita y, acto seguido, café y tostada. Listo para la actividad de la mañana. He cogido los libros de una de las estanterías y he jugado con Pepe a las librerías. Por supuesto, él tenía que ser el cliente. Llegaba y me pedía consejo diciendo que quería leer algo, pero que le diera algo bueno, que él estaba muy ocupado y no quería leer cosas malas. Después volvía a comprar y solicitaba un libro del que no recordaba el título. Bueno, el autor tampoco. Y así se me va haciendo el cuerpo para la vuelta. Bromas aparte, ¡qué ganas ya de ver a clientes y amigos! Aunque sea a dos metros de distancia.

Han dicho hoy que los menores de catorce años podrán salir, pero no a dar un paseo simplemente, a comprar al súper, sí. Los míos ya están creciditos y podrán aguantar un poco más en casa. No se me ocurrirá a mí llevarme a Pepito de compras. Como si fuera poca ya la tensión de hacer esta tarea, con el sufrimiento que paso. Que tengo un protocolo establecido con más pasos a seguir que si estuviera en un laboratorio tratando con productos químicos, como para encima estar pendiente del niño.

Por cierto, mañana me toca volver a realizar compra. Asustadísimo estoy ya para las siguientes ocasiones en que deba ir, no me quedaré tranquilo hasta estar ya de vuelta en casa. Mira que si llego y me encuentro a unos pocos niños, de cinco, seis o siete años, en mitad de los pasillos. No te digo ya como haya alguno hiperactivo, que sería lo más normal tras más de un mes encerrados. Que susto, imagina que una pequeña de esas criaturas se te acerca, asintomáticamente perdida, y te estornuda a quince centímetros. O peor aún, intenta tocarte, pensando que las personas ya habían desaparecido de la tierra y se quiere asegurar de que eres real. Vamos, que dejo el carro y no paro de correr hasta llegar a estar a salvo entre mis cuatro paredes.

La ironía me sale sola, colega, ya te dije.

Otra deducción a la que he llegado en mi sobremesa ha sido que este año podremos presumir de nuestras no vacaciones. Como en el mejor de los casos solo podremos ir al pueblo, a ver a algún familiar o la mitad del centro y norte de España venirse aquí, a Andalucía, podremos decir que este verano no hemos podido, pero íbamos a correr un encierro en San Fermín, o que ya habíamos planificado el camino de Santiago a 40 kilómetros diarios o, incluso, que teníamos entradas para la final de Champions. Fardando a muerte. Muy nuestro.

Y bueno, entre desvaríos varios (esto debe ir acabándose, por el bien mental) se va el día. Ya tenemos alguna cosita en preparación para el Día del Libro en Nobel. Eso sí, una vez estemos abierto de nuevo, volveremos a celebrar, de otro modo, este día.

Ahora me voy a dar una duchita e iremos pensando en la cena. Un día más. Un día menos. Hoy veremos algo en televisión, posiblemente nueva serie, pero me voy a acostar pronto. Mañana quiero madrugar y hacer ejercicio. Y la pintura, sigue pendiente, es que no he tenido tiempo aún. Además, hoy con la lluvia hace mucha humedad. Mañana… mañana…

Buenas noches.

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Diario de una alerta.

Día 37.

Pues nada, nos plantamos en los 37 días de encierro. El sentir se resume bien rápido, dos palabras bastan. “Qué pechá”

Pero bueno, un día más. Me levanté temprano, tampoco una exageración, sobre las 9, pero dadas las circunstancias, ¿para qué antes? Listo y dispuesto para hacer ejercicio durante un buen rato. Así que, tras un buen tute, duchita y a desayunar. Un kiwi, café y tostada. Qué sano.

Después de desayunar, lo primero que he hecho ha sido acudir al calendario para ver en qué día estamos. No es para nada extraño tener que pararse a pensarlo últimamente. Pues nada, estaba en lo cierto, es lunes. Lunes de un abril bien avanzado ya.

El resto de la mañana, un continuo ajetreo con, sobre todo, llamadas de teléfono, casi todas relacionadas con la librería. El banco, la asesoría, algún cliente y algún amigo también. Mira, qué estrés. Ya no está uno acostumbrado a estas cosas.

También llamaron al telefonillo, un error, era un repartidor para otra casa. Aun así le abrí, cogí dos botellines rápidamente y lo esperé con la puerta abierta. Le expliqué que yo no era el destinatario pero que lo invitaba a una cerveza aunque fuera allí en la puerta. Ellos también merecen homenajes. Es broma, ¡Eh!

Y entre estas historias me ha dado tiempo a limpiar el salón de arriba abajo. Claro, cuando te vienes a dar cuenta, es la hora de comer. Así que nos hemos sentado los cuatro, con Carol recién levantada después de la última noche de su ciclo, a tomar un platito de crema de verduras y un poco de salmón a la plancha.

La sobremesa ha dado para el cafelito de después de comer y una pequeña cabezadita en el sofá.

Luego he estado hablando con Isa, pensando alguna cosilla para el día del libro, ya colgaremos algo en redes sociales. Va a ser un día extraño, cosa normal en este mes largo, pero bueno, haremos algo para festejarlo. Una de las cosas va encaminada y relacionada con el Quijote, nuestro libro más universal.

Por cierto, el día del libro va a coincidir con el número cuarenta de confinamiento. ¿Casualidad? ¿Algo en la vida lo es?

Así que cuando miras el reloj son casi las ocho. Hemos salido a aplaudir y justo caían unas gotas de lluvia, además hacía incluso frio. Total, que hoy la salida ha sido muy breve. De vuelta al sofá pronto y a escribirte estas líneas, amigo diario.

Como todas las tardes, había que darle un vistazo a la prensa en internet. Hoy el titular más llamativo era que por primera vez en la historia, el barril de petróleo ha cotizado en negativo. Así que digo yo que en los próximos días, cuando pasemos por la gasolinera, además de llenar el depósito de combustible, nos tendrán que pagar algo por hacerlo, ¿no?

Bueno, está claro que no… pero, cosas de la macroeconomía, ¿cómo puede valer algo menos diez euros? ¿Será buen negocio vaciar la piscina de la urba y llenarla con petróleo para, cuando esté por las nubes, volver a venderlo? Igual nos convertimos en la comunidad más rica del mundo, mundial.

Algo queda claro, lo que nos queda por pagar en impuestos del combustible, y de lo que no lo es, en el futuro próximo va a ser de aupa. Que esto lo pagamos todos, unos más que otros.

Y ya es casi la hora de cenar, ahora prepararemos un picoteo.

Para ir acabando el día, veremos el último capítulo de la serie Freud, a ver cómo concluye antes de darle una nota final. De momento se define bien con oscura y sangrienta. Y tendremos que buscar otra serie a la que engancharnos. Igual opto por Unorthodox, son cuatro capítulos y tengo buenas referencias.

Buenas y frescas noches.

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