Día 10.
¡Hemos llegado a los 2 dígitos! Ya son 10 días. Si todo fuera bien, ya hemos cubierto un tercio de lo que nos queda. Me daría con un canto en los dientes si para entonces podemos ir recuperando al menos una parte de nuestra vida “normal”. Pintan bastos, la verdad.
Pero ánimo, que serán 2 ratitos… poner un dos sobre el uno del diez, y luego un tres para formar el treinta. ¡Visto y no visto!
En cualquier caso, he hecho un planning con los libros que quiero leer, cosas pendientes y ponerme al día con facturas y papeleo en la librería y alguna que otra tarea. Calculo que necesito una clausura de al menos año y medio para ponerme al día.
Total, que hemos vuelto a amanecer con día nublado y con algún chaparrón. Sol, solecito, caliéntame un poquito. A este ritmo, la próxima mañana que nos venga soleada, nos vemos todos en los balcones acaparando rayos como locos.
La mañana se ha ido sin mucha novedad. Lo que ya viene siendo una rutina, los grupos del móvil de mi mujer y las compis sin parar de sonar intercambiando mensajes de indignación por la escasez de material del que disponen para llevar a cabo su trabajo en óptimas condiciones. Luego ves en la prensa que ya son 5400 sanitarios contagiados. ¡Normal!
Es como el que manda los soldados a la batalla, maldita comparación, y no llevan casco ni fusil.
Que no me cambio yo por nadie de los que deben decidir cómo actuar, ¡ni mucho menos! Que yo entiendo poco o nada de todo. Bueno, si acaso, un poco de libros. Solo un poco.
Pero hay cosas que son de cajón. No sé cuántos días atrás ya te comentaba, amigo diario, que los Juegos Olímpicos, “ni mijita”. Pues hasta hoy no han confirmado la suspensión. Y vale que a Italia le pilló el toro, que a nosotros nos volvió a pillar porque parecía que no, que aquí no llegaba… pero el rubito inglés hasta hoy no ha actuado con media (que tampoco excesiva) seriedad, los del ee… uu.., tres cuartos de los mismo. Y el colega mexicano todavía decía anoche a sus compatriotas que adelante, que a llenar restaurantes… Será que yo pienso con algo de sentido y “estos” con el dinero en mente. ¿no?
Es todo un consuelo, la estupidez no es propiedad de nadie. Viene de serie en el ser humano. Es indiferente el idioma que hable o el color de su piel.
Pero, en fin, que hoy aún no he dicho que pertenezco a esos seres sobrenaturales, increíbles, ese clan único. Los autónomos. Aún no me explico cómo Disney no nos compra los derechos. Los Vengadores y toda esa caterva de superhéroes nos duraban minuto y medio. Así que, yo, cero preocupaciones. ¿Qué por qué? Pues que me llamaron a mediodía del banco, que tenía preconcedidos una hipoteca, un préstamo personal y otro más. No me enteré de cuál era este último, es que ya me veía de oro. Por un momento pensé: los solicito todos y, en cuanto me ingresen el dinero en cuenta, me fugo y no me encuentra ni Sherlock Holmes… pero claro, luego reaccioné… ¿Dónde leches me voy? Ni el Dioni me lo soluciona.
Y es que incluso he almorzado embriagado por la emoción de la llamada. Hoy no necesité ni probar una copita de vino. ¡Qué alegría, oye! Nuestras entidades preocupadas por nuestro futuro, regalando los dineros. ¡Y yo tantas noches sin dormir!
Pues ni tomé café después de comer. Me levanté de la mesa y cogí la lista de la compra para ir a comprar. Qué intentamos salir lo menos posible… pero con dos adolescentes en casa, llenas la nevera y diez minutos después ya se ven huecos.
¡Y qué estrés, mira! Coge el gel desinfectante, ponte los guantes, no toques nada. Entrar al super y que te empiece a picar todo es inmediato. Y encima la tos, que ganas de toser todo el tiempo, ¡qué apuro! Luego metes la compra en el coche y ya no toses en todo el día. Y llegas a casa y deja de picarte todo. ¡Y eso que ahora, con las manos lavadas, desinfectadas y perfumadas, puedes rascarte y disfrutarlo!
Vamos acabando, me voy a cenar unas verduritas a ver si esta noche descanso mejor, que ayer dormí nada más que regular. Claro que anoche no tenía grandes noticias bancarias… así que hoy, a pierna suelta!
Buenas noches.