Día 44.
Encaramos los últimos días de abril. El viernes, cuando estemos entrando en un nuevo fin de semana, comenzamos mayo. Dicen que si todo va bien, el día 2 podremos salir a pasear o hacer deporte y, con el paso de los días, se irán retomando otras actividades y se irán abriendo comercios y otros sectores.
Pero eso aún está por llegar. De momento hoy hemos comenzado semana. Lunes, día 44. Se dice pronto…
Nos hemos levantado temprano. Bueno, temprano para este tiempo que vivimos. El despertador ha sonado a las 9, y hemos puesto pie en tierra a eso de y diez o y cuarto. Hemos desayunado y después de hacer alguna cosilla, me he preparado las recomendaciones de libros que hacemos en RTV Marbella. Como cada quince días, hoy volvía a tocar. Me ha gustado la selección. El último de Álvaro Arbina, un thriller con buena pinta. Breves amores eternos, novedad de Pedro Mairal, recién salido cuando tuvimos que cerrar. El camino, de Delibes. Este año se cumple el centenario de su nacimiento. Y poesía de Machado. Para concluir, un par de títulos infantiles. Me gusta, son diez o quince minutos tan solo, pero es una charla agradable, siempre lo es hablar de libros. Y si encima alguna de estas sugerencias son de utilidad a alguien, pues genial.
Hemos comido pronto. Carol se fue a trabajar, tenía turno de tarde y nosotros tres nos hemos tomado un buen platito de cocido. A recoger la cocina luego y a estar pendiente de un pisto que dejó Carol en la olla lenta. ¡Qué buena pinta tiene!
Por la tarde he hecho poco. Comprobar algunas cosas desde el ordenador en la librería, mirar los correos pendientes y alguna tontería más. No he hecho ejercicio, mañana madrugaré y lo haré tempranito.
Ojalá este fin de semana podamos salir a hacer deporte a la calle. Ya te digo, amigo diario, que si es así, me levanto a primerísima hora, cuando esté aclarando el día y me bajo corriendo hasta el paseo marítimo, al menos hasta la playa de los perros y media vuelta hasta casa. Correr ya cansado, de vuelta, por esa zona, sobre la tarima de madera oliendo a mar y viendo ese paisaje con los primeros rayos de sol del día, es una pasada. Siempre me ha gustado esa hora, además hacerlo más tarde es un riesgo probable sabiendo, además, que dan un tiempo estupendo para el fin de semana. Pero somos adultos, no hay que temer porque podamos cometer imprudencias.
A eso de las siete y media, le he dicho a Pepe que si quería bajar. Tampoco es que haya mostrado un gran entusiasmo, pero hemos bajado la basura y el reciclaje y hemos dado un paseo rodeando por completo la urbanización. Había poquísima gente en la calle, algún niño acompañado por su padre con un monopatín y poco más. Nos hemos cruzado con un señor, que se ha dado la vuelta para rodear un coche y no cruzarse en la acera con nosotros.
Curioso, llegará un momento en que todo vaya olvidándose pero, hasta entonces, el temor y cierta paranoia, van a ser lo más habitual.
Y luego, tanda de duchas y a preparar la cena. Pepe se ha tomado otro plato de cocido. Le encanta. Carolina y yo una ensalada y algún resto que había quedado. Y luego he pecado, he metido un par de veces la cuchara en una tarrina de helado de chocolate. Soy débil.
Cuando ha llegado Carol hemos puesto un nuevo capítulo de la serie Broadchurch, está bien. Engancha y, además, cada capítulo acaba dejándote con alguna intriga que te hace tener ganas de empezar otro. Porque estoy viéndola con ella, si no me veía cada noche cuatro o cinco seguidos, que me conozco.
Ella ya está acostada, mañana vuelve a ir de mañana. Así que doy por concluida mi cita contigo por hoy, diario. Voy a terminar de ver la peli que tengo de fondo y que, por cierto, ya vi una tarde durante la cuarentena. Pero lo bueno, nunca cansa.
Buenas noches.