Día 60.
Pues llegó el día número 60, como cualquier otro, en fin. Pero bueno, una cifra redonda y alta… muy alta. Pasadas las 7am sonaba el despertador y, ahí estaba el tío, levantándose rápidamente de la cama. Solo necesité 6 ó 7 minutos para conseguirlo, es un logro.
Un rato después caminaba por el bulevar y al entrar en Avenida del Mediterráneo comenzaba a trotar mientras el sol iba tomando altura y hacía que fuese una mañana de lo más agradable. Además, había poca gente. Poca en valoración actual, hace tres meses estaría sorprendido. Es que hay que ver cómo somos. Los dos primeros días, en San Pedro había más gente rondando el paseo marítimo que en sus casas. Imagino que esto pasa en todos lados pero como el próximo lunes nos pasen a fase uno… verás las barras de los bares. El salto de la reja en el Rocío se va a quedar en cuatro gatos comparado con la previsión de personal pidiendo cervecitas.
Bueno, llegué a casa y aún no eran las nueve. Me di una duchita y desayuné con Pepe. Después de acabar de prepararme me pasé por el banco, necesitaba monedas para cambio pero no tenían, así que usé el cajero mientras un señor se quejaba en la puerta por algún problema que tenía desde hacía más de una semana, decía, y que no le atendían como él consideraba. Total que yo en el cajero tardé dos minutos mientras él continuaba su discusión con la persona que lo escuchaba en la puerta. Qué lucha hay que traer con los bancos. Mañana volveré, parece que estarán ya disponibles las monedas para cambio.
Así que en seguida estaba en la librería. Hoy llegaron varios pedidos que esperaba de las editoriales, el transporte no está todavía al día y hay cierto retraso, en breve si todo va bien, iremos recibiendo todo en las 24 horas habituales. Así que entre repasar esa mercancía, avisar a clientes y atender a los que venían, se pasó pronto la mañana. Pronto a pesar de tener que llevar puesta la mascarilla tanto tiempo seguido, que sensación de agobio me da.
Ya en casa, tocaba almorzar. Hoy solomillo de cerdo, muy rico. Tomé un cafetito y luego me invadió la necesidad de meditar un ratito, cerré los ojos y medité profundamente un buen rato sobre el hombro de Carol. Ya me entiendes.
Por la tarde he corregido los deberes con Pepe y he estado pasando pedidos durante mucho tiempo. Las editoriales han reprogramado sus novedades y próximas publicaciones y hay que reorganizarlo todo. También ha tocado pedir, por ejemplo, diccionarios para la próxima campaña de texto y agendas escolares. En cierto modo da un poco de vértigo pensar en futuras campañas, son solo a dos o tres meses vista pero, dadas las circunstancias, parece un futuro lejano y lleno de incertidumbre.
Total, que cuando he acabado con todo esto, ya era la hora de la cena. Una ensalada y algo de picoteo más un yogur con frutos secos. Y aquí estoy ahora, con un ojo acabando de escribirte y otro puesto en el capítulo de la serie. Es cierto que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez, ya me he perdido un par de detalles del episodio de hoy.
Por cierto, ayer recibí un regalo atrasado del día del padre, un tratamiento en el local de mi amiga, Sonya Nails. A ver cómo sale la cosa… conociéndola ira genial, seguro.
Iremos a dormir en breve, mañana madrugaré de nuevo y haré un poco de ejercicio en casa y luego, antes de subir a la librería, pasaré a recoger las monedas por la oficina del banco.
Se nos va el día 60 y andan especulando que, más ligera, pero quieren pedir una ampliación de alarma de un mes más. Sea como sea, lo importante es que cada paso que se dé sea siempre para avanzar y nunca tengamos que dar, ni uno solo, hacia atrás. ¡Ojalá!
Buenas noches.