Qué buen descubrimiento resulta que la primera novela de una autora deje en la mente el regusto de lo bien contado. La colombiana Lorena Salazar Masso acaba de ver publicada su opera prima. Lleva por título Esta herida llena de peces. Como todo gran libro, esta novedad de la editorial Tránsito tiene la virtud de mostrar la complejidad con palabras y argumentos sencillos. La madre blanca recorre embarcada el gigantesco río Atrato con su hijo adoptivo negro en un viaje incierto y en el que no se sabe si ella regresará sola o con él.
Las dificultades de un país como Colombia no pueden con la fortaleza de la maternidad, que guía esta historia marcada por el mimo, la ternura, la solidaridad y -cómo no- el trayecto por la naturaleza salvaje como experiencia de vida y decisiones.
Casi todo el libro es un soliloquio íntimo en el que Lorena Salazar despliega la habilidad narrativa de introducir al lector sin dejarle apenas escapatoria. Nos coloca, sin remisión, dentro de quien cuenta cuanto ocurre. Este diálogo hacia los adentros vive distintos momentos y grados de intensidad y atesora una calidad nada despreciable si recordamos que estamos ante un estreno.
La precariedad, la interculturalidad protagonizada por los afrocolombianos que viven en los pueblos ribereños del Atrato, el apoyo mutuo entre los viajeros, la violencia larvada y amenazante y la selva indomable de un medio desbordado son personajes también de esta obra que hace desear que la carrera literaria de Salazar nos regale nuevas joyas. Sobresaliente.